En el módulo 4 de nuestro curso abordamos algunos
aspectos clave para la evaluación en ambientes digitales: la metacognición y
los diferentes agentes evaluadores. La preposición griega metá significa “más allá”, involucra una noción temporal de posterioridad y
física de alejamiento: la metacognición es un proceso complejo que requiere
observarse desde afuera para comprender cómo aprendemos, cómo integramos nuevos
conocimientos a nuestra estructura cognitiva. Cuando la practicamos es cuando
descubrimos el enorme potencial de esta actividad, que como señala Graciela
Cappelletti, se puede enseñar, sobre todo en estos tiempos aciagos en los que
la autonomía, la autogestión y la autorregulación del aprendizaje son
habilidades indispensables para nuestros estudiantes. Sin este equipo básico,
la virtualidad obligada en las que trabajamos actualmente sería estéril y hasta
contraproducente.
El hecho de mirarse a uno mismo en el acto de aprender abre la puerta a las formas y agentes complementarios de la evaluación: la heteroevaluación (a cargo del docente) se enriquece con la mirada propia y la mirada de los pares, deja de percibirse como un veredicto para representar un incentivo para mejorar, para buscar más, para seguir adelante.
Las tareas que hemos realizado a lo largo del Módulo nos han permitido practicar la metacognición en la medida en que nos hemos auto y coevaluado, nos hemos mirado no como jueces sino como estudiantes que se acompañan, que acometieron juntos un desafío desde distintos puertos, con distintas experiencias. Debo decir que he preferido recibir retroalimentaciones de mis compañeros antes que darlas, o antes que evaluar sus desempeños: la evaluación es una responsabilidad tan delicada, y pareciera que siempre surgen nuevos interrogantes, nuevas dimensiones para considerar. Ante esta confesión de inseguridad, solo queda practicar: con la escalera de Wilson o con el protocolo SER trataremos de retroalimentar y construir, en vez de criticar y desmerecer.
Para terminar, una reflexión especular relacionada con las miradas, los espejos y los cristales: no es cierto que nuestros estudiantes hoy en día estén
hechos de cristal, pero pasa que -algunas veces- los docentes los moldeamos a
martillazos…
Nos
leemos la próxima
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