sábado, 26 de septiembre de 2020

Aclaremos los tantos ¿para qué sirven los asistentes de la evaluación?

 

En el tercer módulo de nuestro curso de "Evaluación en ambientes digitales" nos hemos detenido en la búsqueda de evidencias y en la definición de criterios de evaluación, es decir, en el ¿qué evalúo? Y una vez más la reflexión nos puso frente al profundo compromiso ético del docente que, en este caso, debe analizar e interpretar las producciones de sus estudiantes, cribarlas, compararlas, validarlas o rechazarlas para, finalmente, otorgar una calificación.

 En nuestra reflexión sobre la búsqueda de evidencias hemos recuperado los postulados de la planificación inversa ((Mc Tighe y Wiggins, 2004)), que nos propone partir de los resultados esperados del aprendizaje:

En cuanto a la definición de criterios de evaluación, hemos recuperado la importancia de que todos los involucrados en el proceso de aprendizaje conozcan y compartan esas pautas o guías que orientan al docente que evalúa. Antes que nada, es preciso "aclarar los tantos" porque la evaluación debe dejar de ser un proceso misterioso del que surge una nota, para sorpresa o castigo del evaluado.

La utilización de “asistentes” (como las rúbricas, las listas de cotejo, escalas de valoración) es fundamental si pretendemos que la evaluación sea transparente; aprender a diseñar estos instrumentos, a definir criterios y niveles de desempeño ha sido el mayor desafío de este módulo, principalmente porque recuperamos el espacio de Moodle y allí elaboramos rúbricas y guías de evaluación. La elaboración de los descriptores, esto es, la descripción detallada de los diferentes niveles de desempeño para cada criterio me resultó particularmente enriquecedora porque me hizo pensar en lo que efectivamente “demuestra” un aprendizaje, una integración de conocimientos y capacidades. Curiosamente, me costó más elaborar una guía de evaluación que una rúbrica… todo es aprendizaje en este curso, y cada tarea puede ser un espejo que nos muestra dónde están nuestras fortalezas y nuestras debilidades didáctico-pedagógicas.

Para terminar este recorrido por los aprendizajes del módulo quiero compartir una reflexión de Pedro Ravela acerca de la necesidad de romper con los patrones heredados respecto de la evaluación: aunque sea muy difícil, debemos encontrar formas cada vez más auténticas de vincularnos con nuestros estudiantes no desde un lugar de jueces, sino de verdaderos guías de su formación.

                                                    ¡Nos leemos la próxima!

lunes, 21 de septiembre de 2020

Retroalimentación, la devolución nutritiva

En este segundo módulo de nuestro curso de “Evaluación en ambientes digitales” hemos ampliado nuestros horizontes acerca de la evaluación formativa, sus funciones e instrumentos. Personalmente me he sentido desafiada a reelaborar muchas convicciones y a develar algunos preconceptos que se trasladan a mis prácticas de evaluación.

stamp of approval

En primer lugar, realizamos junto con tres compañeros una encuesta sobre “evaluación y TIC en pandemia” a un grupo de 24 colegas. Intentamos que nuestras preguntas giraran en torno a los temas centrales del módulo: concepciones acerca de la evaluación, instrumentos de evaluación, redacción de consignas auténticas, retroalimentación formativa. Lo más llamativo de las respuestas obtenidas son las aparentes contradicciones, la brecha que se abre entre lo dicho y lo implementado. Lejos de revelar incoherencias en el trabajo cotidiano, creemos que estos datos nos muestran la permanente búsqueda de los docentes (más allá de su edad y de su ámbito de trabajo) de alternativas fructíferas para que los estudiantes aprendan, para que se vinculen y se adapten sin falsos exitismos a situaciones nuevas de trabajo. Para quien se interese por la información recabada, aquí encontrará nuestra encuesta. 

La segunda actividad del módulo nos llevó a practicar la coevaluación de instrumentos elaborados por nuestros compañeros de grupo. La responsabilidad, el respeto por el trabajo ajeno, la comunicación asertiva se convierten, de repente, en algo más que “capacidades hegemónicas”, se tornan desafíos vivenciados y cargados de sentido. Durante ese trabajo de retroalimentar experimenté el mayor esfuerzo metacognitivo, ya que en la labor diaria de acompañar y evaluar el trabajo de 70 o más estudiantes la reflexión sobre el “cómo” lo estoy haciendo a menudo se desdibuja.

 


La exposición de Rebeca Anijovich en torno a la retroalimentación me permitió hacer un alto y examinar lo “nutritivo” de mis devoluciones, más allá de lo dulce, lo salado o lo amargo de las palabras que se eligen para evaluar. A partir de estas experiencias me comprometo a practicar más asiduamente los protocolos como SER o la escalera de Wilson, porque considero que, más allá del “aprobado” o “desaprobado” nuestros estudiantes nos están reclamando compromiso y presencia en sus aprendizajes… no hay que dejarlos con hambre de guía.

                                   Nos leemos la próxima

 

 

sábado, 12 de septiembre de 2020

Evaluación, espinosa tarea

 


       En esta nueva propuesta de formación debemos reflexionar sobre uno de los aspectos más delicados de la tarea docente: la evaluación. Tarea “espinosa” porque supone crear instancias en las que los estudiantes puedan aplicar y demostrar los resultados de su aprendizaje sin que esas instancias se conviertan en un juicio o una tortura para ellos… o para nosotros.

Bitmoji Image

           En circunstancias normales la evaluación es un desafío; en aislamiento social y educación mediada por tecnologías, es un reto descomunal. Recuerdo los primeros días de marzo, cuando además de planificar nuestras actividades de enseñanza los docentes del Nivel Superior tuvimos que enfrentar las mesas de examen con mucha incertidumbre y muchas presiones, porque incluso en un contexto de emergencia y excepcionalidad los docentes debíamos tener respuestas inmediatas. Si bien en un primer momento la obligación de tomar exámenes finales me causó mucha resistencia (¿cómo voy a evaluar a través de una pantalla?), muy pronto me di cuenta de que era una oportunidad de revisar mis métodos y de explorar nuevas alternativas. Mediante la lectura meticulosa del  Marco referencial de capacidades Profesionales de la Formación Docente Inicial (Res. CFE N° 337/18), de las Pautas y Orientaciones Marco para una evaluación mediada por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Res. GDEMZA- DGE n° 772/2020- ANEXO), del Plan de Estudios para el Profesorado de Educación Secundaria en Lengua y Literatura (Res. DGE n° 0283/12) y del Programa 2020 del módulo “Filología- Historia de la Lengua Española en sus textos”, correspondiente al Campo de la Formación Específica en Lengua del cuarto año de la Carrera (ISFDyT 9-002 “Tomás Godoy Cruz”), me propuse elaborar un instrumento nuevo para la evaluación de mi espacio; el resultado fue una evaluación mixta (con una instancia escrita y una oral, sincrónica) que implementé durante las mesas de mayo y julio/agosto.

        Si bien la experiencia fue muy positiva, a la luz de este nuevo curso de “Evaluación en ambientes digitales” creo que hay mucho por mejorar, y es por ello que elegí para mi primera tarea revisar y optimizar mi propuesta de evaluación de Historia de la Lengua Española en sus textos. Comparto con ustedes mi propuesta de evaluación, y confío en que a lo largo de este curso voy a encontrar herramientas para que sea más auténtica y más vinculada con las experiencias de trabajo de mis estudiantes. 


Con estas palabras tan simples, pero tan significativas, me despido hasta la próxima entrada

       ¡Nos leemos pronto!