Comenzamos un nuevo módulo de trabajo y la tarea consiste en analizar
diferentes propuestas de diseño instruccional, es decir, de modelos de planificación
y organización de nuestras intervenciones docentes en los ámbitos que
diseñemos. El modelo ADDIE (Análisis- Diseño- Desarrollo- Implementación- Evaluación) se sustenta en una lógica de trabajo coherente y muy razonable. Tiene,
en mi opinión, la gran ventaja de prever las dificultades que pueden surgir en
los diferentes estadios del proceso y, por lo tanto, de anticipar acciones
alternativas, de corregir, de implementar mejoras.
Hemos elaborado la primera instancia del modelo y debemos socializar
nuestro análisis mediante… un audio. Esto no debería inquietar a nadie, la
primera herramienta de los docentes es la voz y un elevator speech de dos minutos no se compara a los 120 minutos de
clase (o más) que damos diariamente...¿Por qué nos da tanto pudor grabar y
escuchar nuestra propia voz? Creo que tiene que ver con que la tecnología nos
ha llenado de espejos: nos vemos (retratados o filmados) y nos escuchamos el
triple de lo que nuestros abuelos, incluso nuestros padres, lo hicieron en toda
su vida. Para algunos Narcisos eso está muy bien, a otros nos cuesta más
encontrarnos cómodos con tantos espejos virtuales y escapamos avergonzados como
la ninfa Eco al escuchar nuestra voz.
Pero en este curso todo es un desafío y, por lo menos, hay que
intentarlo. Y superados esos prejuicios un tanto infantiles, debo decir que veo
muchísimas aplicaciones concretas para estos recursos en la enseñanza de la
lengua, relacionadas con el valor de la oralidad y la práctica continua de
intercambios espontáneos y planificados. Bienvenidos sean los podcasts, les dejo mi elevator speech con Merlí
¡Que les sea leve la tortura!
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